Carta del Obispo Martínez: “Religiosidad y Secularismo”

En su carta de este domingo el obispo de Posadas, Juan Rubén Martínez nos recuerda: “Durante el tiempo Pascual en la liturgia vamos leyendo textos bíblicos que hacen referencia al encuentro de Jesús Resucitado, con sus discípulos. También leemos el libro de los hechos de los Apóstoles, en donde nos relata la evangelización de la Iglesia en sus primeros años.”…

 

“RELIGIOSIDAD Y SECULARISMO”

Carta monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas 
para el 2º domingo de Pascua (07 de abril de 2013)

 

Durante el tiempo Pascual en la liturgia vamos leyendo textos bíblicos que hacen referencia al encuentro de Jesús Resucitado, con sus discípulos. También leemos el libro de los hechos de los Apóstoles, en donde nos relata la evangelización de la Iglesia en sus primeros años.

Este domingo en la segunda lectura leemos: “Aumentaba cada vez más el número de los que creían en el Señor, tanto hombres como mujeres…” (Hch. 5,14). Pero es importante señalar que problemas y desafíos no le faltaron. Padecieron persecución, calumnias y algunos de ellos dieron sus vidas padeciendo el martirio.

La Iglesia de entonces, como nos relatan los textos de los “Hechos” en la Palabra de Dios y en nuestros días, sigue con la misma misión de anunciar al Cristo Pascual. Cada tiempo tiene sus propios desafíos. En nuestros días también hay persecuciones y en muchos lugares del mundo siguen multiplicándose mártires. En nuestra Patria y Provincia también hay cristianos que padecen por ser testigos del “Cristo Pascual”. Pero uno de los desafíos más exigentes para la evangelización en nuestro tiempo sigue siendo: “El secularismo”. En el documento de la CEA, “Navega mar adentro”, señala al respecto: “El secularismo actual concibe la vida humana, personal y social, al margen de Dios y se constata incluso una creciente indiferencia religiosa”  (29).

Ante este desafío del secularismo es indispensable acentuar la necesidad que tenemos los cristianos de profundizar en la fe y experiencia del encuentro Pascual, con “Cristo muerto y resucitado”. Para entender el problema del “secularismo”, será indispensable distinguir sobre la diferencia entre “la legítima secularización”  y “el secularismo”, que nos enseña el Concilio Vaticano II. La legítima secularización implica la necesaria autonomía de las realidades temporales. Autonomía de las leyes naturales y la libertad con que Dios nos ha creado. Podemos poner un ejemplo para tener más claro esto. En general cuando tenemos una enfermedad recurrimos a un médico y tomamos una medicación adecuada e indicada por la ciencia. Dios puede obrar un milagro y sanarnos, pero no es lo habitual y nosotros no podemos manejar la voluntad de Dios. Es importante señalar que para los católicos es fundamental respetar esta “justa secularización” ya que hay muchos que engañan con supuestas sanaciones y milagros que tienen que ver más con formas de proselitismo religioso y superstición que con la Evangelización que nos encomendó el Señor.

Distinta a esta “justa secularización”, es el secularismo que desconoce a Dios, lo omite, ni siquiera lo discute. “El olvido de Dios, fundamento último de todo valor ético, conlleva el riesgo de alimentar en los hombres la autosuficiencia y absolutizar el poder, el dinero, la razón, la mera eficacia o el Estado mismo”  (L.P.N.E. 12).

Creo que en América Latina y en especial en nuestra Provincia el secularismo tiene otras variantes a la de algunos países europeos donde en general se presenta como una omisión total de Dios. Entre nosotros el secularismo convive con distintas formas de religiosidad. En muchos casos se le pone el nombre de fe cristiana porque asumen algunos aspectos rituales de la misma, pero está más próxima a una religiosidad pagana, que a la fe cristiana y a las exigencias que esta implica. Esta religiosidad se manifiesta creyente, cumple con algunas formas rituales o tradiciones culturales, pero no lleva ningún compromiso con la vida cotidiana, ni tiene en cuenta las exigencias de la Palabra de Dios, del magisterio, ni éticas en lo familiar o en lo social. Aquí  se da una mezcla entre religiosidad y secularismo. Por un lado se manifiestan creyentes en Dios, pero en la práctica lo marginan de la vida cotidiana, no se cuestionan las injusticias que puede causar su obrar, el daño que provocan el manipular la verdad, el cobrar una coima o bien malversar fondos.

Estas formas de religiosidad con una profunda ruptura entre fe y vida y el secularismo son desafíos para la acción evangelizadora de la Iglesia y se diferencian de la fe en Jesucristo resucitado y las implicancias de dicha fe en la vida cotidiana, en la familia, el trabajo, en la búsqueda de la justicia y la paz.

 

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!

Mons. Juan Rubén Martínez

 

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