Se trata de Julio César Marturet, quien según familiares de desaparecidos, fue un «entregador» y se infiltraba en familias para conocer sus movimientos. El gobernador le aceptó la dimisión como Subsecretario de Acción Cooperativa y Mutual, según se publica hoy en el Boletín Oficial.
El Archivo Nacional de la Memoria confirmó que el actual subsecretario de Acción Cooperativa y Mutual de Misiones, Julio César Marturet, fue personal civil de Inteligencia en la última dictadura militar. Su cargo fue el de Agente de Reunión, cuya función consistía en infiltrarse en distintos grupos para luego delatar nombres a los jefes de área del terrorismo de Estado.
En el Archivo Nacional de la Memoria, el nombre y el número de documento del ex funcionario provincial figuran en la Foja 53 de la Nómina del Personal Civil de Inteligencia que revistó en el período 1976- 1983. Hay todo un expediente al respecto de las actuaciones de Marturet – y otros 4866 espías de la dictadura – bajo custodia del Ministerio de Defensa de la Nación.
En ese listado, Marturet figura como integrante del Destacamento de Inteligencia 124 de Posadas, un núcleo con radios de influencia en Formosa y Chaco, ésta última, provincia de residencia de Marturet previo a su arribo a Misiones.
Marturet ingresó a la cartera provincial en la gestión de Salvador Cabral Arrechea y desde allí fue escalando posiciones.
Llegó a Misiones en 1982, después de la guerra de Malvinas, proveniente de Chaco, donde se había infiltrado en la familia Molfino y se puso de novio con una mujer que luego terminó desaparecida. Su madre también fue asesinada durante la dictadura. «La imagen más recurrente que tengo del Pato es esa en que le cebaba mate a Mamá mientras ella estiraba la masa de los fideos del mediodía que comeríamos todos, o sea, mis hermanos, yo y el mismísimo Pato. Estudiante de Ciencias Económicas en la Universidad del Nordeste, en Resistencia, novio de mi hermana Marcela, desde hacía años era un habitué de mi casa. Cuando digo habitué, digo que se pasaba el día entre nosotros, como un hermano más», recuerda Miguel Angel Molfino, según una nota que firmó en el diario Página 12.
“El espía Marturet llegó a Resistencia en 1967 procedente de Goya, Corrientes, de donde es oriundo. Alquiló una habitación en una pensión vecina a nuestra casa familiar en la que vivía también el sargento ayudante Cáceres, que revistaba en la unidad de la SIDE de Resistencia. Nos hicimos muy amigos, jugábamos al fútbol, salíamos a varearnos por las rutinarias calles resistencianas y era un puntual asistente de los asaltos que mis hermanas organizaban en mi casa (las mujeres ponen la comida, los varones ponen la bebida). Así fue como se puso de novio con Marcela, mi tercera hermana, que terminaría secuestrada y desaparecida en 1979. Durante cinco años fueron novios, hasta que Marcela lo dejó para unirse al que sería el compañero de su corta vida: Guillermo Amarilla, uno de los máximos líderes de la JP nacional.
Mientras duró el noviazgo, el espía Marturet frecuentó una casa que hervía de pasión política, los Molfino se preparaban para dar el gran salto: unirse a las crecientes luchas populares que sacudían el país por entonces. Y él fue un testigo privilegiado. Mientras duró el noviazgo, el espía Marturet frecuentó una casa que hervía de pasión política, los Molfino se preparaban para dar el gran salto: unirse a las crecientes luchas populares que sacudían el país por entonces. Y él fue un testigo privilegiado”, rememora Molfino.
“Cuando finalmente la familia empezó a desarmarse (pasajes a la clandestinidad, cárcel, exilio) el espía Marturet –ya no conservaba el status de novio de Marcela– siguió concurriendo a casa, ahora en plan de solo amigo.
Y cuando ya se produjeron las desapariciones de Marcela y Guillermo Amarilla y el asesinato de Mamá, el espía Marturet persistió en una agónica amistad con mi hermano José Alberto, hasta que abandonó Resistencia en 1982, con la misión cumplida”, agrega.
Gustavo Molfino, el hermano menor de Miguel Angel (el que escribe la Nota de Página 12), era el que estaba (adolescente aún) con su mamá en Lima cuando la secuestraron. La tuvieron dos semanas desaparecida, y la torturaron con picanas. Después la hicieron aparecer muerta en Madrid simulando un enfrentamiento o algo así. Ella era fundadora de Familiares, precisamente por la desaparición de su hija, la ex novia de Marturet. Gustavo se quedó solo, con 17 años, en Perú. Logró después llegar a Nicaragua, donde estuvo exiliado largos años hasta que pudo regresar a la Argentina.
Según quienes lo conocen ahora y armaron el rompecabezas de su pasado, Marturet nunca perdió la costumbre de estar sin ser visto. “Siempre preguntaba, pero jamás opinaba”, señala un funcionario que dejó de frecuentarlo.