Un paso clave

Escribe Juan Carlos Argüello, jefe de Redacción de Misiones On Line 

El mapa comenzará hoy a configurarse.  Como en las elecciones de los últimos diez años, la sociedad definirá hoy su futuro inmediato entre dos opciones bien marcadas, más allá de los matices de uno u otro candidato. La selección que se haga definirá el perfil de quienes en octubre tendrán más o menos chances de entrar al Congreso para sumar peso a la balanza.

 

 

No es una elección a la que haya que prestarle poca atención. No es solo una elección de candidatos a diputados, sino la conformación de un tablero político que tendrá fuerte incidencia en el fin de mandato de la presidenta Cristina Fernández y en la toma de decisiones de aquí al 2015. En la previa, el domingo se presenta mucho más favorable para el oficialismo que aquel de 2009, cuando entraron muchos de los que hoy comenzarán a despedirse.

 

 

En aquel tiempo, los efectos del no positivo de Julio Cobos defendiendo a los patrones de la soja en contra de las retenciones, le sirvieron a la oposición para ganar en Buenos Aires y quedarse con una mayoría parlamentaria que aportó poco y paralizó el Congreso.

 

 

Esa mayoría transitoria duró lo que un suspiro y sus integrantes comenzarán a despedirse definitivamente. Pero sobre todo, el escenario político es muy distinto al de la pelea por la resolución 125. Después de esa derrota, el kirchnerismo cobró impulso y tomó decisiones trascendentales que fortalecieron definitivamente a la Presidenta hace dos años, con una reelección histórica. Esa fortaleza política se recreó con decisiones que modificaron la estructura social en base a una decidida intervención del Estado, a través de medidas como la Asignación Universal por Hijo, la recuperación de los fondos jubilatorios y de empresas públicas como Aerolíneas e YPF. La AUH vuelca millones de pesos en familias que antes estaban excluidas del sistema, sin trabajo y sin acceso a los mínimos servicios sociales. Solo en Misiones hay 160 mil chicos que reciben por mes 400 pesos y deben a cambio, enviar a sus hijos a la escuela y darle las vacunas correspondientes.

 

 

Duramente cuestionada por la oposición, la AUH tiene además la virtud de eliminar el clientelismo político. Ya no hay bolsa de comida y menos un puntero encargado del reparto: se cobra a través de un cajero bancario y los gobiernos locales no tienen nada que ver con la distribución de las tarjetas. 

 

 

A eso se suman las netbooks o decisiones locales como la construcción de escuelas en cada rincón de la provincia, con nuevos desafíos como la universalización de las salas de cuatro años, el próximo objetivo fijado por el Gobierno. La educación es prioridad y es la llave para un futuro mejor en una provincia que tiene a casi el 40 por ciento de su población por debajo de los 18 años.  Esa prioridad no es una mera declaración, sino que se puede entender a través de la distribución de los recursos en los últimos presupuestos. Para 2014, más del 30 por ciento se destinará a la Educación y el detalle es reconocido por la Nación. Misiones es una de las provincias que más invierte en educación en el país, por encima de ciudades como Capital Federal, la cuna del macrismo.

 

 

Este rumbo pudo tomarse por un cambio en el orden de prioridades del Estado que también cuenta con mayores recursos. Pero no salen de la nada. Hay decisiones políticas que son centrales, como el desendeudamiento o una rígida política fiscal que permite recaudar para luego distribuir.

 

 

Básicamente, el Estado, desde siempre arrodillado ante los organismos financieros internacionales que condicionaban cualquier política al cobro previo de sus millonarias acreencias, desató esos nudos pagando toda la deuda con el FMI y renegociando los vencimientos de las provincias, ordenando sus cuentas y tornándolas previsibles.

 

 

Misiones tenía una deuda de mil millones de dólares, generada en menos de diez años durante los 90 y los vencimientos ahogaban cualquier posibilidad de autonomía. La deuda superaba a un presupuesto de fines del siglo pasado y hoy los vencimientos apenas representan por año un quinto de lo que el Estado proyecta como inversiones.

De cualquier modo, el efecto arrastre de esa deuda está lejos de ser un mal recuerdo, ya que hay vencimientos por lo menos hasta 2025, si no se siguen renegociando. Es decir, se comprometieron los recursos de la provincia de al menos siete gobiernos, con una deuda creada en un puñado de años.

 

 

Todo eso se pone en juego hoy y mucho más en octubre.  Ya lo dijo Sergio Massa, el candidato elegido por el establishment para encarnar el “futuro” dentro de un par de años. Ante empresarios reunidos en el Consejo Interamericano de Comercio y Producción no hizo más que plantear volver a paradigmas del pasado. Sostuvo que es el tiempo de volver a tomar deuda  “para aprovechar la liquidez” y desnudó su pensamiento en contra de cualquier regulación estatal.

 

 

En esa línea, afirmó que estaría dispuesto a una vuelta de las AFJP, aunque como sistema “adicional” a la jubilación estatal obligatoria. Pero la mejor imagen del Estado al que aspira la dio al hablar de las retenciones a la soja. “Debemos terminar con la idea de querer regular todo, de ponerle el pie en la cabeza todo el tiempo. El sector que más aporta a la balanza comercial es con el que peor estamos. El campo, que es la actividad que más posibilidades de crecimiento tiene, es el que sufre más fricciones”, reprochó.

 

 

Ese es el Estado que añoran quienes lo elevan a la altura de presidenciable. Uno que no se meta demasiado y que deje todo en manos del mercado, manejado por tres o cuatro grandes actores a los que no les preocupa el resto, sino engrosar sus ya de por sì enormes ganancias. Un Estado sin regulaciones rigió en los 90 y las nefastas consecuencias todavía persisten. La pobreza generada en esos años impactó en un par de generaciones que nunca tuvieron iguales oportunidades y lejos estuvieron de la punta de la pirámide social.

 

 

Tomar deuda –barata o cara– es nada más que volver a someter las decisiones políticas al vaivén financiero y obligar a destinar recursos para los acreedores en lugar del desarrollo socioeconómico con bases reales.

 

 

Misiones no se endeuda desde hace poco más de una década y como nunca tiene un grado de autonomía que le permite definir su futuro, con una impronta misionerista que busca el autobastecimiento alimentario y una economía sustentable de la mano de una producción alejada del monocultivo, el turismo y la obra pública como una de las principales generadoras de mano de obra, que triplica a la de las provincias vecinas. 

 

 

Claramente es eso lo que se comienza a poner en juego hoy: qué Estado sostiene a la Argentina. Uno que “se mete” y regula para distribuir y generar oportunidades a los más desprotegidos o uno que se corre para que sean otros los que tomen las decisiones.

 

Casi todos los consultores -entre ellos Luis Costa, de Ipsos-Mora y Araujo; Artemio López, de Equis; Ignacio Ramírez, de Ibarómetro; Hugo Haime, de Haime y Asociados; Analía Del Franco, de Analogías, y Enrique Zuleta Puceiro, de Opinión Pública Servicios y Mercados- coinciden en que el oficialismo estará claramente por encima del 30 por ciento de los votos nacionales.

 

 

Y el diagnóstico es que hará mejor elección que en 2009, en esencia, porque triplicará los votos en la Capital Federal, al menos igualará lo que sacó en la provincia de Buenos Aires, duplicará lo obtenido en Santa Fe, como mínimo mantendrá Córdoba y quedará igual o va a mejorar en casi todos los demás distritos, salvo en algunos menores como Santa Cruz.

 

 

Como fuerza nacional tiene poca competencia: el PRO puede ocupar el primer puesto en el distrito porteño, pero después figurará poco en las provincias. El socialismo gana Santa Fe, pero estará en dificultades en el resto del país. De la Sota se impone en Córdoba, pero al menos por ahora carece de referencias fuera de la provincia mediterránea, y lo mismo sucede con Massa. En Misiones los pronósticos son reservados, pero como el oficialismo presenta solo una lista, la verdadera elección se verá en octubre. Las Paso de hoy servirán para reacomodar las piezas en la oposición, con dos actores protagónicos, como el radicalismo y el frente que comparten Ramón Puerta, Adolfo Velázquez y Jerónimo Lagier. Extrañamente, el Frente para la Victoria no logró protagonismo en la campaña y el resultado de su interna es una incógnita.

 

 

El oficialismo misionero, cuyo caudal de votos mermó en junio, aprovechó este tiempo para recuperar la iniciativa y decididamente, el contacto con la gente. La estrategia cambió y buscó acercarse al calor del vínculo directo en lugar de los grandes actos copados por la militancia. Se dejó de lado la comodidad del poder para ir a escuchar cara a cara los planteos de cada una de las ciudades misioneras. Incluso, los candidatos renovadores Alex Ziegler y Silvia Risko, recogieron planteos ciudadanos y prometieron transformarlos en ley, en lo que fue una valiosa retroalimentación de la campaña, en lugar de la tradición unidireccional.

 

 

El gobernador Maurice Closs fue claro. No está en juego el rumbo, que se ratifica y se profundiza, pero era necesaria una advertencia electoral para modificar actitudes y prestar atención a pequeñas demandas que no necesariamente implican millonarias inversiones, sino un involucramiento más directo de funcionarios. «A mi Gobierno le pido que le duela el dolor ajeno», advirtió Closs a sus funcionarios, cuyas actuaciones están todas bajo la lupa. Sin embargo, parece que no todos entendieron el mensaje. Trascendió que en el Gobierno hay un fuerte malestar con algunos funcionarios que habrían programado iniciar este lunes sus vacaciones, priorizando el descanso antes que las elecciones que se disputan hoy«. De todos modos, el rumbo, aunque cambien los actores, se sostiene, en el convencimiento de que es el mejor sendero que puede tener Misiones.


@JuanCArguello

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