Un maestro que da cátedra de solidaridad

Celso Limberger, vicerector del instituto de Formación Docente en Ciencias Agrarias y Protección Medioambiental de Capioví es un maestro que a punto estuvo de dejar los libros para siempre. Su trabajo social es reconocido internacionalmente y fue premiado por la Nación.

Ejemplo. Su premisa es trabajar con y no para los que necesitan una ayuda.

Ejemplo. Su premisa es trabajar con y no para los que necesitan una ayuda.

Sencillez. Celso Limberger volvió a su pueblo natal para devolver lo que recibió.

Sencillez. Celso Limberger volvió a su pueblo natal para devolver lo que recibió.

Pudo haber sido un peón más en algún aserradero de la zona o vivir de changas, ya que abandonó los estudios en primer año de la secundaria, desencantado con la oferta y agotado por los cinco kilómetros diarios por recorrer en la colonia. Hoy, Celso Limberger es reconocido por su solidaridad en todo el país y sus estudios lo llevaron a recorrer el mundo.

El giro vino de la mano del padre José Marx, su mentor e impulsor de las Escuelas de la Familia Agrícola en Misiones, con la modalidad de educación compartida con el hogar. «Eso me llamó la atención y arranqué de cero», relata Celso. Nunca más se llevó una materia y terminó como abanderado de la primera promoción de la EFA de San Ignacio. Su trabajo social en la zona fue tan fecundo que acaba de ser distinguido con el Premio Presidencial «Prácticas Educativas Solidarias en Educación Superior», entregado por el ministro de Educación, Alberto Sileoni. Creó varias organizaciones desde la cuales se promueven procesos para transformar la realidad social de numerosas comunidades de pequeños y medianos productores, al igual que comunidades Mbya guaraníes.

Su amor por el trabajo social y la red de contactos que tejió para conseguir fondos, le permitieron especializarse en Alemania, España, Francia y hasta Tanzania, en África.

Pero en todo momento mantiene una humildad a prueba de egos y asegura que todo se lo debe al esfuerzo de sus padres y amigos y a la visión de su mentor, el sacerdote que falleció el año pasado.

«El padre José creó la primera escuela EFA en San Ignacio y al año siguiente la EFA San Wendelino  en Capiovi. Entonces, todo un grupo de chicos de la zona, nos trasladábamos a San Ignacio quince días y luego volvíamos quince días a nuestro medio. En ese lapso yo trabajé en un aserradero que me posibilitaba también estudiar», precisó. Cuando terminó su formación media, le ofrecieron trabajo, pero ya estaba decidido a seguir estudiando y se fue al Instituto de Capacitación de Monitores en Reconquista, Santa Fe, que formaba docentes para el sistema. «Necesariamente para poder estudiar yo debía trabajar, y en las épocas de vacaciones me ponía laburar y luego volvía a Santa Fe».

Nuevamente recibió ofertas cuando terminó la capacitación superior, en el país y en Brasil, pero decidió volver a Misiones porque se sentía en «deuda», ya que sus amigos y gente conocida le ayudaba con dinero para sus pasajes a Santa Fe.

 

¿Cómo te ve la gente de tu pueblo?

«La comunidad de Capioví me ve como un embajador, cuando volví empecé a trabajar como ayudante de cátedra, también en la EFA San Wendelino y me vinculé con diferentes asociaciones civiles, con las cuales fundamos una comisión vecinal en San Alberto Puerto, donde yo nací y se realizaron un sinnúmero de obras», resaltó.

Becado en Alemania, desde allá gestionó la construcción de una iglesia  para San Alberto Puerto. «Nuestro objetivo fue siempre que los proyectos sean sustentables con el tiempo».  «También fui becado, en 1999, por una organización belga (Solidaridad Internacional para con los Movimientos Familiares Rurales), que me permitió realizar una pasantía de profesionalización en España y Francia para profundizar la metodología de la alternancia», indicó.

 

¿De dónde te nace tanta pasión por la solidaridad?

Lo mamé de chico. Mi papá nos decía que siempre que teníamos la posibilidad de ayudar a alguien, debíamos hacerlo porque en algún momento nuestra vaca daría mellizos. Para un pequeño productor rural, que tu vaca pueda dar un ternero más por año es un valor enorme. Con mi esposa Rosana tratamos de inculcarle esta filosofía a nuestros dos hijos varones (uno de 8 años y otro de 5). Soy un agradecido a la vida por toda la ayuda que recibí.

«En 2000, luego de casarme, nos fuimos a vivir a Garuhapé, donde al poco tiempo de asentarnos, la directora ejecutiva de la Fundación Beato Adolfo Kolping, Julia Ortega Hillebrant,  nos plantea que querían promover en la comunidad una Asociación Civil Familia Kolping Garuhapé. El movimiento Kolping promueve la ayuda para la autoayuda, es decir, todas las personas que tienen interés en superarse tienen que poner un grano de arena de sí y a partir de ahí se promueven mejoras», destacó.

«En este momento estamos trabajando con esta metodología en nueve provincias del país, son alrededor de 70 EFAS y dos institutos de formación docente», resaltó.

Desde hace cinco años, a partir de un campo de práctica experimental en Capioví, empezó a desarrollar una propuesta denominada «Capioví pueblo de desarrollo educativo rural», con el objetivo de convertirse en centro de referencia para el desarrollo de pequeñas y medias tecnologías apropiadas y apropiables para la ruralidad. “Tenemos 17 clones diversos de mandiocas”, señaló sobre uno de los experimentos realizados en el campo.

Sin dudas, en su extenso currículum de acciones sociales, se destaca el trabajo en la aldea Tekoá Miní. «Las puertas nos las abrió el padre José, tuvimos el primer contacto con la comunidad Tekoá Miní (que significa pequeña aldea) de Capioví. Hablamos con el cacique y le planteamos que íbamos a trabajar con ellos y no para ellos, con el objetivo de dejar capacidad instalada en la comunidad». Hoy esa comunidad tiene luz y agua potable y tres hectáreas plantadas con hortalizas, además de cerdos y gallinas para su consumo. También hay 16 viviendas construidas por el Instituto Provincial de Desarrollo Habitacional.

«El premio de Nación es un estímulo personal muy grande, pero sobre todo institucional. Además, un estímulo para los alumnos».

Con tantos logros en la comunidad, te deben haber tentado para hacer política…

Innumerables veces. Pero no me interesa eso. Mi forma de ayudar es esta.

 

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