Una investigación sostiene que el “bombardeo publicitario” alienta el impulso consumista

El incesante «bombardeo publicitario» acerca de las virtudes de algunos productos y el potencial estatus de sus poseedores hace que determinados objetos puedan ser considerados «necesarios», cuando en realidad son «suntuarios», de lujo, comprados muchas veces por los consumidores por un ideario de promoción social, señala un informe de la UADE.

«Consumo suntuario» es el nombre del relevamiento realizado por el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) donde se investigó los alcances del consumo de lujo.

El trabajo comprendió a 1.200 personas mayores de 18 años, a través de focus groups, entrevistas y cuestionarios electrónicos elaborados entre el 14 y 25 de octubre pasado.
El informe indica que la «explosión» de las marcas de lujo, sustentada por la acción publicitaria y la expansión de los ideales de individualismo, posibilitaron el acceso masivo a toda clase de productos suntuarios, situación que era impensable décadas atrás.
Según el relevamiento, el atributo personal mayormente asociado al lujo es el de la exclusividad (26%); el placer (15%); el dinero (14%) y la excelencia (13%).
El usuario de productos suntuarios es percibido como alguien que depende de los objetos para ser feliz (22%); como una persona exitosa (21%); poderosa (19%) y decidida (16%).
En particular, las mujeres tienden a considerar a estos consumidores como personas poderosas y los hombres las ven como personas decididas, seguras de sí mismas.
El consumo de objetos suntuarios se asocia con el disfrute de la vida (39%) y con el afán de demostrar un determinado poder (30%). Persigue la búsqueda de aceptación de los otros (19%) y el deseo de llenar vacíos existenciales (12%).
En materia de categorías de productos asociadas al consumo suntuario, se estableció que los automóviles suscitan el 29 por ciento del interés y las joyas el 22 por ciento. En menor medida aparece la tecnología (14%); los relojes (14%) y el turismo (11%).
La indumentaria (8%) y la cosmética (2%) son categorías no asociadas con el lujo.
Para la mayoría de los entrevistados, el consumo de lo «no necesario» es el que prevalece a raíz del «bombardeo publicitario» que surge de los medios y que alienta la impulsividad consumista.
Los encuestados reconocen en el consumo suntuario de objetos o servicios superfluos o vinculados con la ostentación, vicios como «lo veo y lo quiero».
También observan que este tipo de consumo es un vehículo de promoción social.
Si bien se reconoce que el lujo es algo que no es necesario, la idea dominante es que «cubre en exceso la necesidad» y que está en el «nivel más alto del consumo».
El lujo se asocia con el estatus social, el exceso de bienes y de adquisiciones y es visto como una posición de privilegio al interior de la sociedad.

 

 

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