El Estado responsable

Escribe Juan Carlos Argüello, Jefe de Redacción de Misiones On Line

La fatalidad no espera el llamado a licitación. Se presenta sin más y deja a la vista una cadena de buenas voluntades, errores, omisiones y esa omnipotente pretensión de «a mi no me va a pasar». Pasa. Pasa en un incidente de tránsito, en el triunfo del oleaje del furioso Paraná ante ocho expertos nadadores o en la caída de un puente. El ominoso silencio de los responsables solo pierde en comparación con el dolor causado.

 

 

 

La caída del puente de Acaraguá pudo ser una de las más grandes tragedias de Misiones. Treinta personas iban en el ómnibus de la empresa Singer al momento de la caída de la plataforma de más de 30 metros de altura. Fallecieron dos, pero pudieron ser muchas más si el transporte caía al agua o uno de los bloques de cemento impactaba encima. Fue la crónica de una muerte anunciada. El viejo puente, construido en 1941 hace tiempo había comenzado a dar señales de agotamiento, tantas, que fue preventivamente clausurado.

 

 

 

Sin embargo, productores de la zona presionaron para que sea habilitado para hacer circular la carga de sus chacras. No importa quien, no importa cómo. Lo cierto es que se cedió a la presión y se permitió el paso de cargas de hasta cinco toneladas. El problema es que nadie controló fehacientemente que eso se cumpliera y hay versiones encontradas sobre la autorización para que circulen colectivos que pesan el doble de lo que se había permitido. Escarbando en los detalles se encuentra que uno de los que usó el puente con pesadas cargas de arena, tiene a su hijo entre los heridos. Ya no importa.

 

 

 

En diciembre los técnicos de Vialidad Provincial dieron por fenecido el tiempo de vida útil del puente. Se decidió la clausura y el viernes, 48 horas antes de ocurrida la fatalidad, se publicó el primer llamado a licitación para su reparación. Pero tres días antes se había autorizado la circulación “con precaución” sobre el viaducto. La fatalidad estaba en marcha.

 

 

 

La primera lección que debe sacarse es que el Estado no puede ceder a presiones. De éstas y de ningún tipo. Llevado a cualquier otro plano, debe elegir lo mejor para el bien común en lugar de atender posturas sectoriales. Sea un puente o sea la marcha de la economía.

 

 

 

Para ello, el Estado debe estar fuerte, presente y con la solidez necesaria para decir que no cuando haga falta. Quizás se cumplieron los pasos formales que indican el reglamento y los tecnicismos de la burocracia estatal. Pero el Estado debe ser más que un tortuoso camino de papeles. Hace falta más y no menos. Debe ser rector y buen administrador. Priorizar las urgencias y rechazar los planteos de conveniencia.   

 

 

 

“Las responsabilidades no se delegan”, definió el gobernador Maurice Closs, quien desde el minuto uno estuvo al frente de la situación y coordinó los equipos de trabajo para las primeras atenciones, en cabeza de los ministros de Gobierno, Jorge Franco, y de Salud, Oscar Herrera Ahuad. El mandatario no eludió las responsabilidades del Estado en la tragedia. Pero también advirtió que no debía ser utilizada para hacer política.

 

 

 

La alusión, sin nombrarlos, apunta a dirigentes de la oposición, que minutos después del colapso del puente y sin siquiera saber el número oficial de víctimas, desde la tranquilidad de las redes sociales, cargaron las muertes al Gobierno.

 

 

 

Paradoja, en este caso aludieron a que esto “también es un Estado ausente” mientras que el resto del año despotrican por las obras públicas o el “excesivo” protagonismo en el rumbo económico. 

 

 

 

Ese, en todo caso, debe ser el eje del debate político, que muchos quieren teñir de electoralista. La fortaleza del Estado es la diferencia entre crecimiento e inclusión. Cuando el Estado –y la política- cedió su protagonismo al tecnicismo económico, el fracaso se hizo ostensible. La teoría del derrame fue un fiasco y millones de personas padecieron sus consecuencias.

 

 

 

 

Camuflados en distintas versiones, esos son lo que discuten a las políticas actuales. No se trata de un simple cambio de nombres, sino de modos de ver la gestión pública.

 

 

 

Fernando De la Rúa da en el clavo sin querer al analizar el lanzamiento del Frente Amplio Unen: “Será distinto a la Alianza”, dijo al entender que «son distintos los protagonistas y los momentos». Sin embargo, aquella también se gestó en nombre de “un cambio necesario”, unida por el espanto pero sin la cohesión necesaria para consolidarse como alternativa. «Hay una tendencia a sumar fuerzas, que significa abrir los espacios a partidos que quizás son más débiles, pero que suman fuerza cuando se juntan», finalizó.

 

 

 

 

El paralelismo es claro: el radicalismo con socialistas, Carrió y la urgencia de Mauricio Macri, con radicales, socialistas, Carrió y parte del peronismo enojado con el menemismo al que adhería Macri.

 

 

 

 

Para el intendente porteño la posibilidad de esta nueva alianza representa la extensión territorial que no consiguió su espacio personal. Macri sabe que 2015 puede ser su última oportunidad y por eso reniega por anticipado de un posible acuerdo con Sergio Massa, como propone con insistencia su amigo Ramón Puerta. “La Argentina del futuro necesita diálogo, pero eso no hace que yo pueda participar de un frente con el PJ y sus alternativas. Hay que tener el valor de cambiar”, opinó el alcalde en declaraciones a un medio misionero. “Cambio, no parches. Un grupo de gente distinto al que gobernó en estos años”, dijo.

 

 

 

 

 

Puerta, en cambio, sigue en campaña por juntarlos aunque es despreciado por los massistas y criticado por el PRO. Cansado de las “fracturas” que perjudican las chances de su visión del peronismo, para 2015 quiere del mismo lado a los “no kirchneristas” como él.

 

 

 

 

Macri sabe que necesita de acuerdos para llegar con aire a las elecciones. Ni en la provincia de Buenos Aires hace pie y María Eugenia Vidal se siente demasiado en soledad para tamaño desafío. Pero aceptar hoy una alianza con Massa es sepultar definitivamente sus aspiraciones.

 

 

 

 

 

El PRO misionero tampoco quiere saber nada con Massa, que ayer desembarcó “oficialmente” con su equipo de campaña liderado por ex macristas y ex kirchneristas como Juan Carlos Ríos. Allí, el referente provincial del tigrense, Gustavo Galarza admitió que la posibilidad de un acuerdo no está cerrada.

 

 

 

 

 

Aunque inicialmente se promocionó un congreso nacional de la juventud massista, fue apenas de una presentación en sociedad con escasa convocatoria. Pese a sumar “referentes de todo el NEA”, no había más que 50 personas, incluyendo a sus dirigentes. Massa se presenta como el candidato de un “nuevo tiempo sin prejuicios del pasado”, mientras se rodea de personajes como Luis Barrionuevo.

 

 

 

 

 

¿Qué son los prejuicios del pasado? En 2011 Eduardo Duhalde lanzó una propuesta similar, cuando pidió “parir un gobierno para el que quiera a Videla y para el que no”.

 

 

 

 

 

El pasado, con prejuicios o sin ellos, parece una obviedad decirlo, es central para definir el futuro. Poner un manto de olvido sobre sucesos, políticas y dirigentes que llevaron al fracaso al país no es el mejor camino para evitar caer en el mismo abismo.  Los miles de desaparecidos o los millones de argentinos ahogados en la pobreza seguramente son portadores de esos “prejuicios” que pretende ocultar el ex intendente de Tigre.   

 

 

 

 

Nadie debe olvidar ese pasado. Nadie puede darse el lujo de olvidar que las políticas que fundieron al país contaron con el aplauso condescendiente, mientras desgarraban a la sociedad. Todavía hay quienes entienden que para gobernar la Argentina primero tienen que caer bien en la White House o en los elegantes pasillos de los organismos financieros. Algunos, como Massa, inician su campaña electoral en Estados Unidos, nada menos que en una fecha tan simbólica como el 24 de marzo. Y eso es lo que más le critican al Gobierno nacional, la “irresponsabilidad” de rebelarse a los poderes económicos tradicionales. 

 

 

 

En Misiones, el massismo perdió la pulseada en su intento de inscribirse como Frente Renovador, nombre que le pertenece al partido gobernante. La Justicia Electoral resolvió a favor del frente misionero y lo mismo hizo la Justicia de Entre Ríos, donde  el juez federal de Paraná, Leandro Ríos prohibió que se utilice el sello, tras la impugnación presentada por el Frente Renovador de la Concordia. El fallo del juez Ríos advirtió que ya existen el Partido Renovador de Salta, el Partido Renovador de la Provincia de Buenos Aires, el Partido de la Corriente Renovadora de Santiago del Estero y el Partido Cruzada Renovadora de San Juan, entre otros.

 

 

 

Otro fallo que todavía hace ruido en la política es el que emitió el Superior Tribunal de Justicia en relación con el reclamo por el reparto de las bancas de la Legislatura provincial en 2011. El Frente Renovador había obtenido el 75 por ciento de los votos y con el sistema de reparto D’Hont, le correspondieron 18 sobre veinte bancas. La oposición reclamó para rapiñar un puñado de bancas para los que no tenían los votos suficientes, pero sus representantes olvidaron un pequeño detalle que desmoronó toda la estrategia: no pagaron un tasa obligatoria para los reclamos extraordinarios ante el STJ y la causa fue rechazada por el error infantil.

 

 

 

Para desviar la atención, los abogados de los partidos opositores y especialmente del radicalismo, sostienen que hay una contradicción con el fallo actual y el de otros emitidos por el organismo en 2005 y 2007. Pero obvian recordar que esos fallos fueron emitidos por distintas conformaciones ya que en esos casos hubo camaristas y no ministros. Y, un dato no menor, los ministros Jorge Rojas y Rubén Uset en esa oportunidad dijeron lo mismo que ahora solo que estaban en minoría. Apenas otro olvido más. 

 

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