Sacar sonidos de la basura: una orquesta juvenil paraguaya que asombra al mundo

El programa Sonidos de la Tierra, dirigido por el director de orquesta Luis Szarán, forma a jóvenes músicos en zonas marginales y construye instrumentos con materiales recuperados de la basura. 

Para muchos,latas y ollas viejas,   baterías oxidadas y otros artículos   son basura. Pero para algunos jóvenes de Cateura, el principal vertedero en la ciudad de Asunción, no son desechos. 

Son un  , porque los niños que participan en el proyecto Sonidos de la Tierra, transforman lo que otros han desechado en los instrumentos que emplea su famosa orquesta. 

Sonidos de la Tierra, creado en 2005 por el músico local Luis Szarán, emplea las dulces melodías de la música para congregar a niños procedentes de más de 140 comunidades que rodean la capital del país. 

Y una de esas comunidades es Cateura, que recibe 800 toneladas de basura casera cada día, más 200 de la limpieza urbana. A los residentes de este pueblo, azotado por la pobreza se les llama “gancheros,” es decir, gente que vive de recoger y reciclar basura. 

Pero en el caso de Sonidos de la Tierra, eso significa transformar la basura en instrumentos musicales

“Hoy, unos 50 niños del vertedero forman parte de las actividades artísticas», señaló Favio Chávez, ingeniero medioambiental y coordinador de Sonidos de la Tierra en la zona. «Los tenemos divididos en músicos y aquellos que pueden ser lutieres». 

La mayoría de los músicos del programa son hijos de gancheros que recogen y reciclan la basura que encuentran en las calles. “Con el tiempo nos fuimos dando cuenta de que este proyecto no sólo trata sobre música, sino que también cumple una función social, pues muchos de los chicos ni siquiera estaban inscritos en el registro civil”, añadió Chávez. 

Sonidos de la Tierra en Cateura tuvo que librarse de muchos obstáculos en sus inicios. En primer lugar, debió superar la percepción negativa de la sociedad hacia los gancheros. Más tarde, Chávez necesitó ganarse la confianza de los padres. Y finalmente, los niños y jóvenes que quisieron formar parte de Sonidos de la Tierra tuvieron que comprometerse a asistir -y destacar- en la escuela. 

“Este proceso se basó especialmente en comprender a los padres y la estructura familiar de cada hogar», afirmó Chávez.«Una vez lograda esa confianza, la segunda fase fue conseguir un compromiso. Por ejemplo, si un niño quiere aprender a tocar el violín, debe obtener buenas calificaciones en la escuela”.

 

“Es una gran idea porque sirve para demostrar que con un buen trabajo se pueden lograr cosas bellas… que de lo feo puede salir algo lindo, como los instrumentos y la música que interpretamos», dijo Alberto Arévalos, un joven lutier de 20 años que ingresó en el programa cuando tenía 17 años. «Esto demuestra que recoger basura es un trabajo digno”. 

Alberto y otros jóvenes como Diego Rojas, de 17 años, que antes estaban como gancheros aprendices, son hoy trabajadores del taller de lutería que funciona en el «Hogar Don Bosco Roga», situado en una terminal de autobús de Asunción, a unos diez kilómetros de Cateura. 

“Mi sueño es abrir mi propio taller de lutería, y lo voy a conseguir”, señaló Arévalos, que acaba de recibir una beca con la que viajará a Uruguay para recibir un curso de perfeccionamiento en este campo. 

En el pequeño taller guardan como tesoros latas de dulce de batata vacías, placas de radiografías, tapones de bebidas gaseosas, baterías u ollas viejas, que allí transforman y venden como violines, guitarras, bajos, clarinetes y tambores de percusión. La tienda también confecciona instrumentos de madera para satisfacer la demanda que tienen sus productos. 

 

 

“Al principio les enseñamos a hacer sus propios instrumentos, porque había más niños que instrumentos», explicó Chávez. «También era una manera de mantenerlos ocupados en algo útil. Pero con el tiempo fueron perfeccionando su sonido y afinación, hasta que formaron una orquesta”. 

La orquesta llegó a ser tan buena que se fue de gira con el maestro Luis Szarán en 2006, e interpretó sus dulces melodías en Italia, Alemania, Suiza, la República Checa y Francia. 

Los públicos quedaron tan impresionados con lo que escucharon de los niños, que les pidieron sus instrumentos tras finalizar la gira. 

«Tan impactados quedaron que los niños terminaron regalando sus instrumentos después de cada gira. (El trovador cubano) Silvio Rodríguez tiene una de estas guitarras de lata, y también el ex presidente de Estados Unidos Jimmy Carter», declaró Chávez. «Esto te da una idea de lo valiosos que son”. 

Por su parte, Letizia Ineichen, profesora de música en Suiza, indicó que estos conciertos demostraron el potencial de desarrollo que existe cuando se ofrece un apoyo tan grande a jóvenes de diferentes clases sociales. 

«Es una verdadera integración a través de la música», opinó Ineichen desde Suiza. 

Ineichen trabajó en Paraguay de enero a junio de este año como instructora voluntaria en Sonidos de la Tierra. 

“Todos los días me acuerdo de las cosas que viví como voluntaria», señaló, tras lo cual afirmó tener «profundos recuerdos de un tiempo extraordinario». «Lo que más me impresiono fue la atención, la motivación, la alegría y el hambre insaciable de ensayar y estar juntos mediante la música”, concluyó. 

 

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