Cambio en la distribución de insectos transmisores de enfermedades o plagas debido al cambio climático

Sumado a varios factores, el cambio climático se ha transformado en un factor que contribuye con la propagación de insectos que son plaga o vectores de enfermedades en diferentes regiones del planeta, afirma la doctora en Biología Marina Stein, de la Universidad Nacional del Nordeste. Sugieren la conveniencia de que las áreas gubernamentales de salud y ambiente trabajen de manera coordinada para reducir el impacto.

 Cada vez es mayor la conciencia que científicos y ciudadanos comienzan a tener respecto de la relación entre enfermedades infecciosas –como el dengue, la fiebre amarilla y la malaria, entre muchas otras- y las condiciones ambientales. Ha sido tal la evidencia que demuestra esa asociación que Jonathan Patz, experto en epidemiología de la Universidad de Wisconsin, en Estados Unidos, y presidente de la Asociación Internacional de Ecología y Salud, afirma que  es necesario desarrollar un enfoque más integrado que establezca puentes entre las disciplinas, “especialmente entre ecología y salud pública”.

Incluso considera que los ministerios de salud y de ambiente de los países deberían trabajar en estrecha colaboración.

 

Consultada sobre este tema, la doctora en biología Marina Stein de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) y responsable del área de Entomología del Instituto de Medicina Regional, señaló que “la mayor parte de las especies de insectos están asociadas a intervalos térmicos, de humedad y de radiación, relacionados con su fenología (ritmos internos) y fisiología. Como consecuencia del aumento de la temperatura y la variación en el reparto de las precipitaciones asociadas al cambio climático, numerosas especies podrían ver modificado su hábitat, aumentando o disminuyendo su distribución. Aunque cada especie responde de manera individual a dicho cambio, los ciclos biológicos de la mayoría de los insectos son muy sensibles a estas variaciones.”

 

En este sentido la investigadora de la UNNE afirma que en la propagación de insectos que son plaga o vectores de enfermedades en otras regiones del planeta el cambio climático juega un nuevo papel junto con otros factores más habituales. “Además del cambio climático, el transporte de mercancías, el movimiento humano, los desplazamientos y la llegada de materiales o de equipajes favorece el traslado pasivo de los insectos y el cambio climático contribuiría a su exitosa reproducción e instalación como plaga, entonces especies consideradas raras en algunas regiones pueden volverse comunes y abundantes”.

 

Antes no, ahora sí

Muchos son los ejemplos de especies de insectos que han llegado a otras zonas. “En Europa, principalmente los países que se encuentran sobre las costas mediterráneas, han evidenciado un aumento en las poblaciones de la cucaracha americana (Periplaneta americana), la chinche de cama (Cimex Lectulariux) y el mosquito asiático vector del dengue (Aedes albopictus), especies que no habían sido detectadas antes o que su presencia se recuerda de siglos pasados”, destaca Stein.

 

Y agrega: “Respecto a plagas de vegetales, se han registrado en Europa desplazamientos hacia el norte de hasta 250 km en la distribución de determinadas especies de polillas de diversas familias cuyas orugas pueden convertirse en plaga para los cultivos. Estos desplazamientos coinciden en magnitud con el aumento de las temperaturas medias hacia el norte”.

 

Asimismo la científica afirma que en el Chaco se ha producido un desplazamiento de las precipitaciones hacia el oeste, originando más lluvias en zonas consideradas con déficit hídrico, “lo que pudo haber causado un aumento no esperado de las poblaciones del mosquito vector, que favorecieron la epidemia de dengue de 2009” Y destaca que las temperaturas de 10ºC suelen imponer el límite de distribución norte-sur de Aedes aegypti.


Por otra parte, “diferentes estudios han demostrado que la temperatura también influye sobre el período de incubación extrínseco del virus (dentro del mosquito), acortándose a una semana con temperaturas de 32ºC. Es decir, a mayor temperatura, resulta menos el lapso en el que el mosquito con el virus de dengue pica e infecta a una persona sana. También los períodos de mayores precipitaciones tienen influencia en la abundancia de este mosquito. Por lo que los cambios en el clima pueden afectar la abundancia y distribución de esta especie”, puntualiza la investigadora.

 

Pero al ser Aedes aegypti marcadamente urbano y domiciliario, éste utiliza también distintos tipos de criaderos con agua que no proviene de la lluvia. “Existen numerosas localidades  en nuestro país que no reciben agua de red y deben obligadamente almacenarla en recipientes para diferentes usos.

 

En localidades como Charata, Chaco, en algunas casas el agua se almacena en los patios, en pozos, con dimensiones que pueden alcanzar entre 10 metros de largo y 4 metros de ancho, y en algunos casos el agua se almacena en aljibes. En las zonas pobres, donde se concentra más de la mitad de la población, el agua se busca en grifos comunitarios y se acumula en tachos de plástico, favoreciendo la existencia de numerosos criaderos”, destaca Stein. Y agrega: “Por otro lado, las grandes concentraciones de población, acentuadas por las migraciones desde las zonas rurales hacia centros urbanos, favorecen la reproducción del mosquito. Esto se debe a la existencia de asentamientos no planificados, viviendas precarias sin protección para mosquitos, en donde el agua es almacenada por falta de servicios, y la recolección y disposición no adecuada de residuos”.

 

El desconocimiento sobre el dengue y el mosquito vector facilitan o ayudan a que existan numerosos criaderos, y por lo tanto favorecen el contacto del mosquito con las personas. “Por todo ello, las campañas de prevención, vigilancia y control del vector deben intensificarse y no abandonarse,  pero también se requiere de políticas de promoción de salud o sanitarias que aborden de manera integral el problema: con programas para la fabricación de la vacuna, de infraestructura que resuelva el problema del agua a aquellas localidades donde falta, de mejoramiento de viviendas, y de programas de educación que incorporen definitivamente estas problemáticas en la currícula escolar”, asegura Stein.

 

Hacia la comunidad

Además de la investigación básica como aporte para la sociedad, la doctora Stein destaca la iniciativa de la Secretaría de Extensión Universitaria de la UNNE, que con el apoyo de dos subsidios trabaja con la comunidad educativa de escuelas de nivel primario sobre la temática de los vectores de enfermedades humanas. “Esto nos permite difundir en la comunidad educativa información actualizada e incentivar la participación juvenil en iniciativas de promoción de la salud, motivándolos en el desarrollo de estrategias de control y vigilancia de vectores”, concluye Stein. (25/04/11 – Agencia CyTA – Instituto Leloir)-.

 

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