Amaral: Ese exquisito gusto musical que va del folk al pop rock psicodélico

La banda española Amaral ha encontrado la rarísima intersección entre el reconocimiento multitudinario y la fidelidad a los principios. Se presentaron anoche en el Auditórium del Montoya, en una inusual formación acústica donde los atractivos se multiplicaron. Fue una noche casi íntima con el público que colmó la sala.

 

Eva Amaral y Juan Aguirre fueron fieles a sí mismos y suministraron su arte con exquisitez. Vienen presentando en una especie de road movie “Hacia lo salvaje” por la Argentina profunda. Gracias a esto los misioneros y encarnacenos pudieron ver a los españoles en la tierra roja.

Como buenos melómanos militantes, Eva Amaral y Juan Aguirre son de esos artistas que no dan puntada sin hilo. El modo aleatorio no consta en el ideario de Amaral, un dúo que ha encontrado la rarísima intersección entre el reconocimiento multitudinario y la fidelidad a los principios.

En el mano a mano con el público, sin fogonazos luminotécnicos ni redes de seguridad, quedan claras algunas cosas. La primera y fundamental: las canciones de Amaral pueden corearse con legítimo orgullo, sin esa incómoda sensación de bochorno que asalta con algunos estribillos en castellano. No, no hace falta pasarse al inglés para escribir letras deliciosas, emotivas, inteligibles. La segunda: Eva Amaral es la mejor voz que ha dado el pop Español en los últimos 20 años.

Amaral estimula el entusiasmo por el camino de la empatía. Sus historias son magníficos retratos de las frustraciones humanas, pero no embarrancan en el derrotismo. Apelan a sacudirse las apoplejías, el peso de todas esas miserias ajenas (y no digamos de las propias) que se nos atragantan como un mal hueso de aceituna. Tal vez estemos hechos un mamarracho, nos dicen, pero rebelémonos y alcemos la voz, los brazos y el  ánimo.

Aguirre es un hombre absorto, un guitarrista brillante al que le obsesiona cada disonancia, cada distorsión. Eva, a efectos escénicos, se encarga de abarcarlo todo. Resulta carismática con solo mover un meñique. No parece actuar sino explayarse, liberar el animal catártico que la habita.

El show de más de hora y media recorrió las canciones del último material, como varios de sus clásicos. Entre tema y tema Eva interactuaba con el público y explicaba la razón de cada nueva historia (canción) de “Hacia lo Salvaje”. Como colofón subversivo una adaptación al castellano de Heroes, de Bowie.

El público no se movía, pedía por los artistas, querían más, esa hora y media de show fue plena de emociones. Y querían seguir. Amaral volvió, dos canciones más. Era el cierre. Pero la sala colmada volvió a pedir una canción más. Demostrando su amor a la música les regalaron una canción más.

Luego del show, los músicos se acercaron al público y les regalaron autógrafos y fotos. Esos presentes son el cierre ideal para los que asistieron a ver el show.

 

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